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Mike Davis habla sobre las pandemias, el súper-capitalismo y las luchas del mañana

por Sharif Abdel Kouddous y Mike Davis

La siguiente entrevista con Mike Davis sobre “las estructuras políticas, económicas y ambientales subyacentes que allanaron el camino para este brote mundial” de COVID-19 fue publicada originalmente en Mada Masr por Sharif Abdel Kouddous (y después pareció en MR Online). Los editores nos han dado generosamente permiso para traducirla y reproducirla aquí. -BMN y PSU, 15/04/2020

La pandemia de coronavirus implica una comprensión abrumante. Hay cientos de miles de casos de contagio confirmados. Decenas de miles han muerto. Las naciones están cerradas mientras la enfermedad continúa propagándose. El planeta está en crisis.

¿Cómo sucedió esto?

¿Cuáles son las estructuras políticas, económicas y ambientales subyacentes que han allanado el camino para este brote mundial? ¿De dónde surgen las pandemias? ¿Es nuestro modo de vida capitalista biológicamente sostenible?

Para arrojar luz sobre algunas de estas cuestiones, nos acercamos al escritor, historiador y activista político estadounidense Mike Davis, autor de más de 20 libros, entre ellos City of Quartz, Planet of Slums, Ecology of Fear y The Monster at Our Door: The Global Threat of Avian Flu. Davis es un destacado profesor emérito de la Universidad de California, Riverside, y ha sido distinguido con la Beca McArthur y el Premio Literario Lannan de No-ficción.

Davis respondió por escrito a una serie de preguntas de Mada Masr sobre la pandemia de coronavirus.


Mada Masr: ¿Cómo la combinación de la agricultura capitalista y la urbanización ha llevado a la aparición de pandemias? ¿Y por qué estas cepas de gripe generalmente surgen en el sudeste de Asia?

Mike Davis: Algunos virus tienen un caldo de cultivo natural, como el cólera, por ejemplo. Casi todos los brotes de cólera se originan en las cálidas aguas fecales del Golfo de Bengala. Otros tienen hogares permanentes en ciertas familias de animales: la peste en los roedores, la gripe en las aves silvestres, la fiebre amarilla en los monos y los coronavirus en los murciélagos. Las gripes suelen aparecer en el sur de China. Es una consecuencia involuntaria de una de las mayores historias de éxito de la civilización. Durante varios milenios, el sistema agrícola del sur de China, que posteriormente se extendió por el sudeste asiático, ha sido el más productivo de la Tierra, con patos y pollos domésticos criados junto con cerdos en campos de arroz que producen dos cosechas al año. Mucha proteína con una doble porción de carbohidratos. Pero los arrozales inundados atraen a las aves migratorias que a menudo transmiten nuevas cepas de gripe a los patos y pollos, que a su vez infectan a los cerdos, un animal cuyo sistema inmunológico se asemeja mucho al nuestro. El salto del cerdo al hombre es fácil y a veces catastrófico. Dado que los cerdos pueden adquirir la gripe tanto de las aves como de los humanos, una doble infección puede llevar al “reordenamiento” de sus segmentos genéticos y a la creación de un virus híbrido con la letalidad de las aves silvestres que también tiene una clave para entrar en las células respiratorias humanas. El resultado es una pandemia, como en 1918-19.

MM: ¿Puede explicar por qué los virus ARN -como el coronavirus- suelen provocar brotes mortales?

MD: Los virus, por supuesto, son básicamente genes parásitos que roban la maquinaria genética de las células que invaden para hacer copias de sí mismos. Los virus basados en el ADN tienen un mecanismo de corrección incorporado para asegurar una replicación precisa, pero los virus de ARN carecen de él. El resultado es un enjambre de mutantes con arquitecturas de aminoácidos ligeramente diferentes. (Imagine una máquina Xerox que comete un error en prácticamente todas las copias.) De hecho, la influenza A, que sólo tiene cuatro genes (el coronavirus tiene ocho), es tan propensa a errores en la reproducción que probablemente se encuentra al borde de la extinción. En otras palabras, lleva la tasa de mutación al límite, alrededor de un millón de veces más rápido que los virus o las células basadas en el ADN. Escupir tantas versiones diferentes e inexactas del propio genoma tiene una enorme ventaja en la resistencia del sistema inmunológico humano porque inevitablemente surgirán virus al menos parcialmente resistentes a los anticuerpos producidos en infecciones anteriores o generados por la vacunación. Por eso la influenza A cambia anualmente y sigue enfermando a los humanos a pesar de muchas infecciones anteriores. Esto se llama deriva antigénica. La deriva antigénica es lo que acabo de describir como lo que ocurre cuando dos influenzas diferentes se “aparean” en la misma célula y producen un nuevo virus. Aunque el proceso es ligeramente diferente en los coronavirus, ya que tienen un talento igualmente extraordinario para la recombinación y el desplazamiento.

MM: ¿Por qué no hemos visto una vacuna universal desarrollada para la gripe? ¿Es siquiera posible?

MD: Las mutaciones suelen ocurrir en las “cabezas” de las dos o tres proteínas de la superficie del virus que le permiten “acoplarse” a una célula humana y luego entrar. Esos son los sitios a los que apuntan las vacunas anuales. Pero los “tallos” de estas proteínas son estables y no mutan. Prácticamente todos los investigadores están de acuerdo en que existen herramientas para crear una vacuna de banda ancha que incapacite los tallos invariables, confiriendo así una inmunidad general contra todas las cepas que podría durar años. La investigación está en marcha, pero la gran industria farmacéutica no desarrollará o fabricará tal vacuna porque no es rentable. (Si se presenta un diseño radical para un coche que dure toda la vida, ¿la fabricaría GM?)

Tras el brote de gripe aviar H5N1 en 2005, el gobierno de Bush tomó medidas iniciales para aumentar la producción, pero perdió el interés después de que el brote se redujo. Desde entonces, un coro de voces científicas ha exigido regularmente que se actúe, pero fue ignorado durante los años de Obama. Pero el diseño de la vacuna ha sido revolucionado y, con el aumento de la investigación para conquistar COVID, una vacuna universal contra la gripe puede seguir. La única certeza es que no vendrá de la gran industria farmacéutica.

MM: Parece que el coronavirus es menos riesgoso para los grupos de edad más jóvenes. Por lo tanto, ¿los países del Sur Global que generalmente tienen poblaciones más jóvenes corren menos riesgo de la actual pandemia?

MD: No, no necesariamente. Recuerde que hasta este momento, el virus ha circulado en poblaciones donde los menores de 50 años están generalmente bien alimentados y tienen un acceso razonablemente bueno a los médicos y hospitales. Esto significa que los casos graves y críticos entre los jóvenes se producen principalmente -aunque de ninguna manera exclusivamente- entre aquellos con condiciones de salud preexistentes. Pero, ¿qué sucede cuando COVID se propaga en poblaciones con un acceso mínimo a la medicina y niveles dramáticamente más altos de mala nutrición, problemas de salud no atendidos y sistemas inmunológicos dañados? La ventaja de la edad valdrá mucho menos para los jóvenes pobres de los barrios precarios de África y el Asia del Sur.

También existe la posibilidad de que la infección masiva en los barrios y las ciudades pobres pueda cambiar el modo de infección y modificar la naturaleza de la enfermedad. Antes de la aparición del SARS en 2003, las epidemias de coronavirus altamente patógenos se limitaban a los animales domésticos, sobre todo a los cerdos. Los investigadores pronto reconocieron dos rutas diferentes de infección: fecal-oral, que atacaba el estómago y el tejido intestinal, y respiratoria, que atacaba los pulmones. En el primer caso, la mortalidad solía ser muy elevada, mientras que en el segundo se producían generalmente casos más leves. Un pequeño porcentaje de los casos positivos actuales, especialmente los de los cruceros, reportan diarrea y vómitos, y, para citar un informe, “no se debe subestimar la posibilidad de transmisión del SARS-CoV-2 a través de las aguas residuales, los desechos, el agua contaminada, los sistemas de aire acondicionado y los aerosoles”.

La pandemia ha llegado ahora a los barrios marginales de África y el sur de Asia, donde la contaminación fecal se encuentra en todas partes: en el agua, en las verduras cultivadas en casa y como polvo arrastrado por el viento. (Sí, las tormentas de mierda son reales.)[1] ¿Esto favorecerá la ruta entérica? Como en el caso de los animales, ¿conducirá esto a más infecciones letales, posiblemente en todos los grupos de edad?

MM: ¿La pandemia de coronavirus es una sorpresa? ¿Esto fue predicho? Y si lo fue, ¿por qué el mundo parece tan poco preparado?

MD: Nada ha sido menos sorprendente. La inminencia de una pandemia ha estado en la mente de los epidemiólogos desde el brote de SARS en 2003. Tras la llegada de la gripe aviar en 2005, el Gobierno de los Estados Unidos publicó una ambiciosa “Estrategia Nacional para la Gripe Pandémica” basada en la constatación de que todos los niveles del sistema de salud pública estadounidense no estaban en absoluto preparados para un brote en gran escala. Tras el susto de la gripe porcina en 2009, la estrategia se actualizó y, en 2017, una semana antes de la toma de posesión de Trump, los funcionarios salientes de Obama y los administradores entrantes de Trump llevaron a cabo conjuntamente un simulacro en gran escala que puso a prueba la respuesta de los organismos federales y los hospitales a una pandemia surgida en tres escenarios diferentes, de la gripe porcina, el virus del Ébola o el virus Zika. El sistema, por supuesto, no logró prevenir los brotes o, de hecho, aplanar las curvas a tiempo. Parte del problema era la detección y la coordinación. Otro era la insuficiencia de las existencias y las cadenas de suministro con cuellos de botella evidentes, como depender de unas pocas fábricas en el extranjero para producir equipo de protección vital. Detrás de todo esto, además, ha habido un incumplimiento en aprovechar agresivamente los avances revolucionarios en el diseño biológico durante la última década para almacenar un arsenal de nuevos antivirales y vacunas.

MM: ¿Es la globalización capitalista biológicamente sostenible?

MD: Sólo aceptando un triaje permanente de la humanidad y condenando a parte de la raza humana a una eventual extinción.

La globalización económica -es decir, la acelerada libre circulación de las finanzas y las inversiones en un mercado mundial único en el que la mano de obra es relativamente inmóvil y está privada del poder de negociación tradicional- es diferente de la interdependencia económica regulada por la protección universal de los derechos de los trabajadores y los pequeños productores. En lugar de ello, vemos un sistema mundial de acumulación que en todas partes está derribando las fronteras tradicionales entre las enfermedades animales y los seres humanos, aumentando el poder de los monopolios de la medicina, proliferando los desechos cancerígenos, subvencionando a la oligarquía y socavando los gobiernos progresistas comprometidos con la salud pública, destruyendo las comunidades tradicionales (tanto industriales como preindustriales) y convirtiendo los océanos en cloacas. Las soluciones de mercado dejan en pie las condiciones sociales dickensianas y perpetúan la vergüenza mundial de un acceso limitado a los ingresos para el agua limpia y el saneamiento.

La crisis actual sí obliga al capital, grande y pequeño, a enfrentar la posible descomposición de sus cadenas de producción global y la capacidad de reabastecerse constantemente con suministros más baratos de mano de obra extranjera. Al mismo tiempo, señala importantes mercados nuevos o en expansión para las vacunas, los sistemas de esterilización, la tecnología de vigilancia, la entrega de alimentos a domicilio, etc. La combinación de peligros y oportunidades conducirá a una solución parcial: nuevos productos y procedimientos que reduzcan los riesgos para la salud de la constante aparición de enfermedades y, al mismo tiempo, estimulen el desarrollo ulterior del capitalismo de vigilancia. Pero es casi seguro que estas protecciones se limitarán -si se dejan en manos de los mercados y los regímenes nacionalistas autoritarios- a los países y las clases ricas. Reforzarán los muros, no los derribarán, y profundizarán la división entre dos humanidades: una con recursos para mitigar el cambio climático y las nuevas pandemias y la otra sin ellos.

MM: ¿Hasta qué punto esta pandemia abre una oportunidad para revisar los sistemas económicos y las políticas del neoliberalismo? ¿Una especie de doctrina de shock[2] a la inversa?

MD: Como a veces en el caso de las guerras, los gobiernos y las élites gobernantes recurren a medidas colectivistas y aplican políticas que antes se consideraban radicales o antisistémicas. Con fin de mantener el apoyo popular a las dos grandes matanzas del siglo pasado, se hicieron importantes concesiones a la mayoría de la clase obrera de los países aliados, entre ellas el reconocimiento de los sindicatos, la negociación colectiva y la ampliación del derecho de voto. El capitalismo de estado en tiempos de guerra también condujo a la administración estatal o militar directa de ferrocarriles y servicios públicos. Si se reprimía la oposición a la guerra, los trabajadores encontraban, no obstante, un nuevo poder a cambio de participar en la organización de la producción para la guerra. Cuando las guerras terminaron, por supuesto, las corporaciones y los fideicomisos trataron de desmantelar estas concesiones y desnacionalizar las industrias de guerra, mientras que los sindicatos y la izquierda lucharon por mantener lo que habían ganado temporalmente. Por eso 1919 fue testigo de la mayor ola de huelgas de la historia.

Frente a las pandemias que amenazan la salud de todas las clases, la situación actual es genuinamente análoga. Junto con políticas innecesariamente represivas, los gobiernos en pánico también están autorizando medidas progresivas, como la nacionalización de hospitales en Irlanda y la adopción temporal del mantenimiento de los ingresos en los Estados Unidos, que ofrecen nuevas plataformas de lucha. Así, vemos una carrera de armamentos políticos mientras el gran capital y los partidos de derecha luchan por definir una agenda capitalista dentro de la crisis, mientras que la izquierda explora las oportunidades de ganar reformas permanentes como el Seguro de Salud para Todos. Pero el fenómeno más importante ha sido el resurgimiento de un bloque de la clase trabajadora que tiene el talismán de “agencia histórica”. Me refiero a la amplia coalición de trabajadores sanitarios organizados (en los Estados Unidos, dirigida por el sindicato de enfermeras) que se está radicalizando por la epidemia y con la que se puede contar para que asuma un papel aún más destacado en las luchas de mañana por los derechos socioeconómicos fundamentales. En este momento, son en todas partes la conciencia social de la crisis. Así pues, en todos los países, los progresistas están obligados a hacer de la solidaridad con los cuidadores de primera línea su prioridad inmediata.

MM: ¿Cuál es la interrelación entre las enfermedades emergentes y la economía mundial capitalista, desde casos como el Ébola hasta las cepas mortales de la gripe?

MD: Voy a enumerar algunos casos:

  • Las flotas y las granjas industriales compiten en términos desiguales con los pescadores y los pequeños agricultores locales. Varios cientos de millones de personas desde Chihuahua (México) hasta Luzón (Filipinas) se han visto obligadas a abandonar la tierra (y el mar) en los últimos veinte años. La urbanización -China es un caso destacado- también está consumiendo innecesariamente las tierras de cultivo. Pero el punto clave es éste: La agricultura de pequeños agricultores, que es la base de la seguridad alimentaria local, ha sido subordinada o sustituida por la agricultura capitalista de exportación, que está sujeta a las fluctuaciones de los mercados de futuros de productos básicos y depende de las importaciones de fertilizantes y plaguicidas. Estos últimos, por supuesto, son derivados del petróleo crudo y, debido a su uso excesivo, terminan como corrientes de desechos peligrosos que causan cáncer (plaguicidas) y matan a las zonas de pesca (la eutrofización por nitrógeno de los ríos, lagos y aguas costeras).
    La FAO[3] estima que la producción mundial de alimentos (principalmente granos) debe aumentar por lo menos en un 50% en la próxima generación para alimentar el crecimiento de la población. Creo que la agricultura capitalista no puede cumplir ese objetivo, ni siquiera con los revolucionarios avances en los cultivos de bioingeniería y la irrigación por goteo, porque el mercado mundial asigna erróneamente la producción de cultivos (carne de vacuno en lugar de cereales) y no logra proporcionar ingresos básicos a los pequeños productores y trabajadores agrícolas. Al mismo tiempo, el fundamento crítico de la Revolución Verde de los años sesenta -la perforación de millones de pozos tubulares para la irrigación- se está desmoronando a medida que se agotan o envenenan los acuíferos en todas partes. Miren el Punjab o el Valle del Indo, o, para el caso, la aguda crisis de agua en ciudades del mundo como Ciudad de México o, recientemente, Ciudad del Cabo.
  • Los pequeños productores en quiebra, por supuesto, se trasladan a las ciudades, muchas de las cuales todavía están conformadas por el legado del período colonial, cuando sólo los distritos europeos contaban con servicios sanitarios, agua limpia y servicios médicos. A pesar de algunas mejoras espectaculares en las condiciones de salud de los gobiernos nacionalistas progresistas de la época de Nasser, Nehru y Sukarno, las condiciones de salud en los barrios marginales, especialmente en la periferia urbana, se han deteriorado drásticamente al mismo tiempo que sus poblaciones han explotado.
  • La gran mayoría de estos habitantes de los barrios bajos trabajan en la economía de subsistencia informal. Se han vuelto, en su mayoría, redundantes para los requisitos de la reproducción capitalista a escala mundial. Estas “personas sobrantes” no tienen derecho a ninguno de los beneficios médicos que a menudo se asocian con el empleo formal y carecen de ingresos suficientemente altos como para adquirir atención médica en el mercado. El capitalismo corporativo a nivel mundial ya no genera empleos -punto-.
  • En los decenios de 1980 y 1990, los programas de ajuste estructural -las normas impuestas por los países ricos y sus bancos que coaccionaban a las naciones pobres para que renunciaran a la autonomía económica- han obligado en todas partes a reducir el tamaño y a menudo a privatizar los servicios públicos. Los presupuestos de salud pública en particular nunca se han recuperado, ni tampoco los salarios del personal sanitario. Como resultado de ello, el Occidente ha despojado al Caribe, África y el Asia sudoriental de médicos y enfermeras capacitados.
  • La atención de la salud, probablemente en la mayoría de los países que no pertenecen al G-20, se financia con cargo a los presupuestos municipales y regionales. Los sistemas fiscales altamente regresivos permiten a las grandes empresas y a las clases medias locales reducir al mínimo o escapar a las obligaciones fiscales. Esto constituye una poderosa limitación estructural para la prestación de servicios médicos y aún más para las infraestructuras de saneamiento. La falta de agua potable y de inodoros, como todo el mundo sabe, es el problema de salud pública número uno en el mundo y la principal causa de mortalidad prevenible, especialmente entre los niños.
    ¿Qué puede ser más obsceno que el caso de la India, donde incluso en ciudades de tecnología famosas como Chennai y Bangalore, las mujeres de los barrios bajos tienen que defecar en público? ¿O la epidemia de envenenamiento por plomo en las decrépitas tuberías de agua de Flint y otras ciudades norteamericanas del Cinturón del Óxido? ¿O la campaña de Nestlé y otras multinacionales para inducir a los gobiernos neoliberales a privatizar sus sistemas de agua? (Los baños públicos de pago en las zonas de favelas es otro punto de ganancia en rápido crecimiento).
  • La gran industria farmacéutica, el monopolio de los monopolios, personifica la contradicción entre el capitalismo y la salud mundial. Los precios exorbitantes y las patentes de propiedad de los medicamentos, a menudo desarrollados por investigadores universitarios y otros investigadores públicos, son sólo una parte del problema. La gran industria farmacéutica también ha renunciado al desarrollo de los antibióticos y antivirales de vida o muerte que tan urgentemente necesitamos. Es más rentable para ellos producir paliativos para la impotencia masculina que poner en línea una nueva generación de antibióticos para combatir la ola de cepas bacterianas resistentes que está matando a cientos de miles de pacientes en los hospitales de todo el mundo. La gran industria farmacéutica reclama la protección de las leyes antimonopolio porque es el principal motor de la investigación farmacéutica, cuando, de hecho, gasta más en publicidad que en investigación y desarrollo. Los productos farmacéuticos y vacunas de vanguardia que comercializa suelen desarrollarse primero en pequeñas y dinámicas empresas de biotecnología, que a su vez capitalizan la investigación de las universidades públicas. La gran industria farmacéutica, en esencia, es un capitalismo rentista, un grillete para la revolución emergente en el diseño biológico y la producción de vacunas.
  • Finalmente y de forma más obvia, el capitalismo nos mata directamente a través de su exportación de cancerígenos y venenos producidos en fábricas a entornos residenciales humanos y espacios públicos.

MM: Esto es mucho para tener en cuenta. ¿Puede resumir su argumento?

MD: La crisis civilizatoria de nuestra época, en mi opinión, está definida por la incapacidad del capitalismo para generar ingresos para la mayoría de la humanidad, para proporcionar empleos y funciones sociales significativas, para poner fin a las emisiones de combustibles fósiles y para traducir los revolucionarios avances biológicos en la salud pública. Se trata de crisis convergentes, inseparables unas de otras, y deben considerarse en su conjunto complejo, no como cuestiones separadas. Pero para decirlo en un lenguaje más clásico, el súpercapitalismo de hoy en día se ha convertido en un obstáculo absoluto para el desarrollo de las fuerzas productivas necesarias para la supervivencia de nuestra especie.


Sobre Mike Davis
Mike Davis es el autor de Prisoners of the American Dream (1986), City of Quartz (1990), Late Victorian Holocausts (2001), Planet of Slums (2006) y Buda’s Wagon: A Brief History of the Car Bomb (2007). Davis es un frecuente colaborador de publicaciones de izquierda como New Left Review (donde su excelente artículo “Election 2016” es de libre acceso), LINKS y muchas otras. Ha sido distinguido en el pasado una Beca MacArthur y el Premio Literario Lannan. Vive en San Diego.

Traducido por Brian M. Napoletano y Pedro S. Urquijo, 15 de abril de 2020.


  1. “Shitstorm” (tormenta de mierda) es una expresión coloquial en inglés que se refiere a una situación caracterizada por una controversia violenta e intereses en conflicto. (N. del T.)
  2. La “doctrina del shock” fue popularizada por la escritora Naomi Klein en su libro del mismo nombre. Vea su entrevista con la revista Vice (en español) sobre el coronavirus y el “capitalismo del desastre”. (N. del T.)
  3. La Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. (N. del T.)
Brian M. Napoletano

Investigador en geografía ambiental radical

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